Yusi rumbo a México
Recuerdo aún aquellas doce horas metida en aquel avión sin poder moverme mas
que un poco.
Sentía bajo mi cuerpo vibrar el suelo, y llegué a pensar ¡qué de un momento
a otro nos ibamos a las profundidades del océano Atlántico!.
Fue un viaje inolvidable, largo, cansado, mi estómago me pedía de comer, mi
boca estaba seca de no poder beber agua.
Aunque iban las azafatas ofreciendome, Juan carlos no dejaba que me diesen
nada, ¡menuda obstinación!, ¿a caso tendría miedo de que me pudiera hacer
del baño en el avión?
Así que me pasé todo el viaje dormitando, de vez en cuando abría los ojos
para inspeccionar el ambiente.
Cuál fue mi sorpresa cuando mas o menos llevaríamos la mitad del viaje, Juan
carlos me llamó,y ante mis ojos ví unas galletas de premio, pensé ¡estaré
soñando por efecto del hambre!
Eran tan reales como el aire que respiro,ahí estaban ellas en la mano
esperandome para que me las comiese.
Me fui comiendo de una en una, como mucho seis galletas,no eran muchas,pero
calmaron un poco mi estómago hambriento y furioso.
La gente cuando pasaba junto a mí me saludaban, acariciaban y me echaban una
sonrisa, la tripulación del vuelo eran todos encantadoress, pendientes de mi
y de mi amo en todo momento.
Fueron pasando las horas, aunque a mi me parecían una eternidad, me
preguntaba ¿cuándo llegaría a mi nuevo destino?.
De repente noté como el avión iba descendiendo poco a poco, mi corazón se
puso cardiaco,sentí una presión enorme en mis oidos, el miedo me hizo un
nudo en el estómago y de repente noté bajo mis patas el roce de las ruedas
contra la superficie del asfalto.
Pude ver por la ventanilla que habíamos tomado tierra, y suspiré al ver qué
¡por fin habíamos llegado!
Recuerdo aún aquellas doce horas metida en aquel avión sin poder moverme mas
que un poco.
Sentía bajo mi cuerpo vibrar el suelo, y llegué a pensar ¡qué de un momento
a otro nos ibamos a las profundidades del océano Atlántico!.
Fue un viaje inolvidable, largo, cansado, mi estómago me pedía de comer, mi
boca estaba seca de no poder beber agua.
Aunque iban las azafatas ofreciendome, Juan carlos no dejaba que me diesen
nada, ¡menuda obstinación!, ¿a caso tendría miedo de que me pudiera hacer
del baño en el avión?
Así que me pasé todo el viaje dormitando, de vez en cuando abría los ojos
para inspeccionar el ambiente.
Cuál fue mi sorpresa cuando mas o menos llevaríamos la mitad del viaje, Juan
carlos me llamó,y ante mis ojos ví unas galletas de premio, pensé ¡estaré
soñando por efecto del hambre!
Eran tan reales como el aire que respiro,ahí estaban ellas en la mano
esperandome para que me las comiese.
Me fui comiendo de una en una, como mucho seis galletas,no eran muchas,pero
calmaron un poco mi estómago hambriento y furioso.
La gente cuando pasaba junto a mí me saludaban, acariciaban y me echaban una
sonrisa, la tripulación del vuelo eran todos encantadoress, pendientes de mi
y de mi amo en todo momento.
Fueron pasando las horas, aunque a mi me parecían una eternidad, me
preguntaba ¿cuándo llegaría a mi nuevo destino?.
De repente noté como el avión iba descendiendo poco a poco, mi corazón se
puso cardiaco,sentí una presión enorme en mis oidos, el miedo me hizo un
nudo en el estómago y de repente noté bajo mis patas el roce de las ruedas
contra la superficie del asfalto.
Pude ver por la ventanilla que habíamos tomado tierra, y suspiré al ver qué
¡por fin habíamos llegado!
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