"Jorge, un niño de alma, hombre por obligación"
Por Antonio Pascuala.
Era un día cualquiera en aquella aldea perdida en medio de aquellas tierras desérticas,pero para él iba a ser el comienzo de un viaje en busca de un mundo mejor, eso creía, pues no sabía lo que le esperaba.
Con lo puesto y poco mas, se dispuso a comenzar el viaje que todo niño, hombre y mujer emprendían en busca de su sueño dorado, que no era otro que llegar a Europa.
Un sueño para salir de esa hambre que los iba matando poco a poco.
Jorge, que a penas contaba con 11 años partió de su casa, dejando atrás a su madre para desde ese lado del mundo poder ayudarla a salir de la hambruna.
Cruzó el desierto en dirección a la costa,ese océano de arena en el que muchos habían dejado su vida buscando el mismo sueño que él.
Despues de varias semanas con el sol a plomo sobre su cuerpo delgado, y débil por el hambre, pudo divisar al fin aquel mar que muchos contaban que llevaba al viejo continente.
Ahora la cuestión era como cruzar ese estrecho que separaba Africa de Europa.
Después de varios días buscando por la ciudad de Ceuta, pudo dar con un señor que alquilaba un viejo cayuco, le preguntó cuánto costaba su alquiler, y éste al decirle que 2000 euros,a Jorge se le vino el mundo encima, pensó que todo su sueño había acabado.
Recorrió el malecónque rodeaba la ciudad, llego a la playa donde se paró para mirar al horizonte.
Se imaginaba al otro lado de ese sueño llamado Europa, o eso al menos le habían contado, un lugar de ensueño, donde podían vivir felices.
Sin darse cuenta un hombre le venía siguiendo desde donde había estado preguntando por el alquiler.
Éste le tomó del hombro, le dijo no te preocupes yo te ayudaré.
De nuevo vio su sueño otra vez hecho realidad, pero algo le impedía reflejar en su mirada un atisbo de felicidad.
No titubeó, y con el hombre se encaminó hacia el cayuco, mirando al cielo dio gracias a su padre por ayudarle a continuar ese viaje que un día el emprendió, pero que no pudo concluir pues falleció en el mismo.
Cuando llegaron al lugar de partida, Jorge se paró y de nuevo miró allí, al horizonte, a través de esa ventana que era una mirada a la libertad.
Al llegar la noche junto a otros 20 ó 30 individuos, entre hombres, niños y mujeres con sus recien nacidos subieron a la patera, a su sueño en busca de la vieja Europa.
Se distribuyeron a lo largo y ancho de aquella vieja barca y al poco tiempo el dueño del mismo con ayuda de otros cuatro hombres lo empezaron a empujar mar adentro.
Saltaron al interior y con gran esfuerzo arrancaron un viejo motor.
Contrario a lo que Jorge pensaba, el dueño de la embarcación se quedó junto al hombre que le ayudó a pagar el alquiler.
Era una noche clara, la luna llena se reflejaba en el mar.
Todos permanecían qietos, inmóviles por el miedo al movimiento del cayuco con las olas.
De nuevo Jorge volvió a dirigir su mirada hacia el horizonte, hacia donde se podía ver las luces de una ciudad, aquellas luces eran Cádiz, pues desde donde habían tomado el cayuco hasta la costa de España, solo los separan
Así que pensó que a la mañana siguiente estarían por fin cumpliendo el sueño de tantos y tantos hombres que habiían emprendido ese mismo viaje.
Pasaron los días, y nunca llegaban a Cádiz, tan pronto veían que se acercaban y sin entender el por que la veían alejarse.
No se daban cuenta que lo que estaban haciendo era dar vueltas y mas vueltas sobre sí mismos, cada vez abriendo mas y mas el círculo, sufriendo hambre, sed, y con el sol a plomo sobre su oscura piel, hasta que por fin pudieron enderezar el cayuco y dirigirlo hacia la costa.
A las pocas horas, pero ya metida de nuevo la noche estaban llegando a tierra,por fin Jorge y todos los que iban con él, se sintieron alibiados y en su cara se expresó una alegría por poder al fin hacer su sueño realidad, y como no sentirse seguros fuera de esa vieja embarcación, lo que nadie sabía el precio tan alto e injusto que habían pagado por llegar al otro lado y sentirse libres.
Pero todo aquello de repente se fustró, les esperaban unos 8 hombres a pie de playa, les rodearon y hablaron.
Les dijeron que les siguieran, señalando con su mano hacia varias camionetas.
Jorge se quedo parado, fue empujado por uno de ellos que le dijo:
-donde piensas ir exclavo ¡.
Aquellas palabras le sonaron como un golpe en su alma de niño,pero luego creyó que todo era debido al agotamiento de varios días navegando en alta mar.
Subieron a las camionetas,y después de Casi toda la noche en carretera por tierras de Andalucía llegaron a un viejo cortijo.
Allí les esperaba un hombre con cara de pocos amigos, les miró y dijo;
-aquí habéis llegado pero para ser libres, debéis primero pagar la deuda que habéis contraído con nosotros!
No era como ellos, era un hombre de pelo negro, pero con la tez de su piel blanca, y bien cuidado.
Les siguieron sin protesta alguna, llegaron a un barracón donde les esperaba otro grupo de emigrantes los cuales se disponían a salir hacia el trabajo en las mismas camionetas que les habían traído a ellos.
Les distribuyeron en sus catres, que no eran otra cosa que un montón de paja sobre una tabla.
Algunos dejaron sus pocas pertenencias bajo la paja.
El solo tenía el recuerdo de su madre y padre que había fallecido cuando el contaba con apenas año y medio de edad.
Su madre había prometido que nunca se casaría con otro hombre, aunque el pueblo se lo pidiera o exigiese, para ella no existía mas en este mundo que no fuera su esposo Jorge, que había dado la vida para buscar un mundo mejor para ella y su hijo, el cual ahora había emprenndido el mismo viaje que años atrás su padre.
Pero que un golpe de mar se lo había ttragado, supieron tiempo después por un amigo que había sobrevivido a dicho accidente y que fue repatriado a su país y aquella vieja y muerta aldea.
Al día siguiente, sin haber salido aún el sol, junto al grupo se dirigieron hacia el trabajo, eraun lugar lleno de invernaderos.
Pasaron a su interior, y allí el señor del día anterior los organizó en grupos para recolectar los distintos cultivos.
Jorge, se puso manos al trabajo, recogiendo los tomates que colgaban de aquellas inmensas plantas, el calor y la humedad e
eran insoportables.
Cada vez se le hacía mas difícil el continuar en la misma postura,sus manos le dolían debido a las largas oras de cortar y cortar los frutos de la planta, y tan solo habían tenido media hora para descansar y comer un poco de pan, sopa, patatas y agua.
El capataz, llamado Samuel les gritaba con voz autoritaria.
-Aquí nadie se mueve hasta que no se ponga el sol!
Nadie dijo nada, ttodos siguieron haciendo ese duro trabajo para a final de mes percibir unas míseras monedas.
Mientras tanto él seguía cortando y cortando los tomates, su mente regresó a la aldea donde su madre trabajaba en casa de un señor como criada, y que como pago a su trabajo percibiía justo una comida al día, este país del cual partió Jorge era Guinea Ecuatorial, antigua colonia española.
También vino a su recuerdo su padre, el cual conoció pero que no tenía una memoria de su imagen, de su voz, pero que sabía por lo que su madre y amigos le habían contado que era un hombre respetuoso con su mujer, y por ella y por él arriesgo su vida para conseguir para todos la libertad y la felicidad, y sin en cambio la perdió en busca de la misma.
Para él, su padre era su dios, por que él junto a su madre le habían dado la vida, se habían sacrificado para sacarle adelante, mientras el otro Dios del cual le hablaban desde las iglesias nunca le había visto, para él era una fantasía creada para dominar al hombre.
Tiempo después Jorge supo que era víctima de las mafias, y exclavo de unos terratenientes sin escrúpulo alguno.
Salióde su tierra en busca de una vida llena de esperanza y libertad,
y en cambio acabó solo, exclavizado, marginado y discriminado por el color de su piel en una cultura distinta a la suya.
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