1/12/09

"Jorge, un niño de alma, hombre por obligación"

 

"Jorge, un niño de alma, hombre por obligación"

Por Antonio Pascuala.

 

Era un día cualquiera en aquella aldea perdida en medio de aquellas tierras desérticas,pero para él iba a ser el comienzo de un viaje en busca de un mundo mejor, eso creía, pues no sabía lo que le esperaba.

Con lo puesto y poco mas, se dispuso a comenzar el viaje que todo niño, hombre y mujer emprendían en busca de su sueño dorado, que no era otro que llegar a Europa.

Un sueño para salir de esa hambre que los iba matando poco a poco.

 

Jorge, que a penas contaba con 11 años partió de su casa, dejando atrás a su madre para desde ese lado del mundo poder ayudarla a salir de la hambruna.

 

Cruzó el desierto en dirección a la costa,ese océano de arena en el que muchos habían dejado su vida buscando el mismo sueño que él.

Despues de varias semanas con el sol a plomo sobre su cuerpo delgado, y débil por el hambre, pudo divisar al fin aquel mar que muchos contaban que llevaba al viejo continente.

Ahora la cuestión era como cruzar ese estrecho que separaba Africa de Europa.

Después de varios días buscando por la ciudad de Ceuta, pudo dar con un señor que alquilaba un viejo  cayuco, le preguntó cuánto costaba su alquiler, y éste al decirle que 2000 euros,a Jorge se le vino el mundo encima, pensó que todo su sueño había acabado.

 

Recorrió el malecónque rodeaba la ciudad, llego a la playa donde se paró para mirar al horizonte.

Se imaginaba al otro lado de ese sueño llamado Europa, o eso al menos le habían contado, un lugar de ensueño, donde podían vivir felices.

Sin darse cuenta un hombre le venía siguiendo desde donde había estado preguntando por el alquiler.

Éste le tomó del hombro, le dijo no te preocupes yo te ayudaré.

 

De nuevo vio su sueño otra vez hecho realidad, pero algo le impedía reflejar en su mirada un atisbo de felicidad.

No titubeó, y con el hombre se encaminó hacia el cayuco, mirando al cielo dio gracias a su padre por ayudarle a continuar ese viaje que un día el emprendió, pero que no pudo concluir pues falleció en el mismo.

 

 Cuando llegaron al lugar de partida, Jorge  se paró y de nuevo miró allí, al horizonte, a través de esa ventana que era una  mirada a la libertad.

Al llegar la noche junto a otros 20 ó 30 individuos, entre hombres, niños y mujeres con sus recien nacidos subieron a la  patera, a su sueño en busca de la vieja Europa.

 

Se distribuyeron a lo largo y ancho de aquella vieja barca y al poco tiempo el dueño del mismo con ayuda de otros cuatro hombres lo empezaron a empujar mar adentro.

Saltaron al interior y con gran esfuerzo arrancaron un viejo motor.

 

Contrario a lo que Jorge pensaba, el dueño de la embarcación se quedó junto al hombre que le ayudó a pagar el alquiler.

Era una noche clara, la luna llena se reflejaba en el mar.

Todos permanecían qietos, inmóviles por el  miedo al movimiento del cayuco con las olas.

De nuevo Jorge volvió a dirigir su mirada hacia el horizonte, hacia donde se podía ver las luces de una ciudad, aquellas luces eran Cádiz, pues desde donde habían tomado el cayuco hasta la costa de España, solo los separan 14 km.

 

Así que pensó que a la mañana siguiente estarían por fin cumpliendo el sueño de tantos y tantos hombres que habiían emprendido ese mismo viaje.

Pasaron los días, y nunca llegaban a Cádiz, tan pronto veían que se acercaban y sin entender el por que la veían alejarse.

No se daban cuenta que lo que estaban haciendo era dar vueltas y mas vueltas sobre sí mismos, cada vez abriendo mas y mas el círculo, sufriendo hambre, sed, y con el sol a plomo sobre su oscura piel,  hasta que por fin pudieron enderezar el cayuco y dirigirlo hacia la costa.

 

A las pocas horas, pero ya metida de nuevo la noche  estaban llegando a tierra,por fin Jorge y todos los que iban con él, se sintieron alibiados y en su cara se expresó una alegría por poder al fin hacer su sueño realidad, y como no sentirse seguros fuera de esa vieja embarcación, lo que nadie sabía el precio tan alto e injusto que habían pagado por llegar al otro lado y sentirse libres.

 

Pero todo aquello de repente se fustró, les esperaban unos 8 hombres a pie de playa, les rodearon y hablaron.

Les dijeron que les siguieran, señalando con su mano hacia varias camionetas.

Jorge se quedo parado, fue empujado por uno de ellos que le dijo:

-donde piensas ir exclavo ¡.

Aquellas palabras le sonaron como un golpe en su alma de niño,pero luego creyó que todo era debido al agotamiento de varios días navegando en alta mar.

 

Subieron a las camionetas,y después de Casi toda la noche en carretera por tierras de Andalucía llegaron a un viejo cortijo.

Allí les esperaba un hombre con cara de pocos amigos, les miró y dijo;

-aquí habéis llegado pero para ser libres, debéis primero pagar la deuda que habéis contraído con nosotros!

 

No era como ellos, era un hombre de pelo negro, pero con la tez de su piel blanca, y bien cuidado.

Les siguieron sin protesta alguna, llegaron a un barracón donde les esperaba otro grupo de emigrantes los cuales se disponían a salir hacia el trabajo en las mismas camionetas que les habían traído a ellos.

 

Les distribuyeron en sus catres, que no eran otra cosa que un montón de paja sobre una tabla.

Algunos dejaron sus pocas pertenencias bajo la paja.

El solo tenía el recuerdo de su madre y padre que había fallecido cuando el contaba con apenas año y medio de edad.

Su madre había prometido que nunca se casaría con otro hombre, aunque el pueblo se lo pidiera o exigiese, para ella no existía mas en este mundo que no fuera su esposo Jorge, que había dado la vida para buscar un mundo mejor para ella y su hijo, el cual ahora había emprenndido el mismo viaje que años atrás su padre.

 

Pero que un golpe de mar se lo había ttragado,  supieron tiempo después por  un amigo que había sobrevivido a dicho accidente y  que fue repatriado a su país y aquella vieja y muerta aldea.

Al día siguiente, sin haber salido aún el sol, junto al grupo se dirigieron hacia el trabajo, eraun lugar lleno de invernaderos.

Pasaron a su interior, y allí el señor del día anterior los organizó en grupos para recolectar los distintos cultivos.

 

Jorge, se puso manos al trabajo, recogiendo los tomates que colgaban de aquellas inmensas plantas, el calor y la humedad e

eran insoportables.

Cada vez se le hacía mas difícil el continuar en la misma postura,sus manos le dolían debido a las largas oras de cortar y cortar los frutos de la planta, y tan  solo habían tenido media hora para descansar y comer un poco de pan, sopa, patatas y agua.

 

 

 El capataz, llamado Samuel les gritaba con voz autoritaria.

-Aquí nadie se mueve hasta que no se ponga el sol!

 

Nadie dijo nada, ttodos siguieron haciendo ese duro trabajo para a final de mes percibir unas míseras monedas.

Mientras tanto él seguía cortando y cortando los tomates, su mente regresó a la aldea donde su madre trabajaba en casa de un señor como criada, y que como pago a su trabajo percibiía justo una comida al día, este país del cual partió Jorge era Guinea Ecuatorial, antigua colonia española.

 

También vino a su recuerdo su padre, el cual conoció pero que no tenía una memoria de su imagen, de su voz, pero que sabía por lo que su madre y amigos le habían contado que era un hombre respetuoso con su mujer, y por ella y por él arriesgo su vida para conseguir para todos la libertad y la felicidad, y sin en cambio la perdió en busca de la misma.

 

Para él, su padre era su dios, por que él junto a su madre le habían dado la vida, se habían sacrificado para sacarle adelante, mientras el otro Dios del cual le hablaban desde las iglesias nunca le había visto, para él era una fantasía creada para dominar al hombre.

 

Tiempo después Jorge supo que era víctima de las mafias, y exclavo de unos terratenientes sin escrúpulo alguno.

Salióde su tierra en busca de una vida llena de esperanza y libertad,

y en cambio acabó solo, exclavizado,  marginado y discriminado por el color de su piel en una cultura distinta a la suya.

 

29/11/09

Yusi, No es una perra cualquiera, ¡es la mejor perra del mundo!

Yusi

No es una perra cualquiera, ¡es la mejor perra del mundo!
Nació un 3 de junio del 2005 en Madrid.
A los tres meses fue entregada a una familia en acogida para que se
acostumbrara y adaptara a vivir en sociedad. Cuando hubo cumplido un año de
vida regresó a la escuela de perros guía de La Organización nacional de
ciegos españoles, (ONCE) para empezar su adiestramiento como perro guía.

Durante 9 meses su instructor trabajó duro con ella para dar luz a mis ojos
y sentido a mi vida.
Un once de Junio del 2007 fuí por ella y al día siguiente me la entregaron.
Nunca olvidaré ese día, cuando llamó a la puerta su instructor, me la acercó
y entregó su correa y me dijo:

-"Aquí tienes a tu amiga, tu nuevo guía, se llama Yusi, es un cruce de
pastor alemán con labrador".
Me arrodillé ante ella y le acaricié, la abracé y le dí las gracias por
entrar a formar parte de mi vida y ser esos ojitos que yo necesito.

Durante diez días estuvimos recorriendo las calles de Madrid y sus
alrededores, estaciones de metro y ferrocarril,  centros comerciales, un
parque inmenso,  para irnos compenetrando y adaptando nuestro caminar.
Los primeros días fueron duros, de muchos nervios por parte de ambos, pero
poco a poco nos fuímos conociendo y lo que eran nervios se convirtieron en
tranquilidad y complicidad.

El 22 de Junio, fue graduada como perro guía y juntos partimos hacia mi
ciudad, Vitoria,situada al norte de España, en la comunidad autonoma de
Euskadi.
Es la ciudad mas verde y bonita del estado, a su alrededor está rodeada por
un cinturón de inmensos parques, atravesada de un lado al otro por jardines
que se comunican entre sí, y que todos acaban convergiendo en un parque en
el centro de la ciudad llamado La Florida.
sede del gobierno regional,en ella esta el parlamento vasco,y la residencia
oficial del presidente.

Durante cuatro meses convivimos en mi ciudad, recorrimos sus calles,
jardines, parques, y cuando aún no estaba acostumbrada a la misma, ni me
conocía bien,  en el mes de octubre tomamos un vuelo para cruzar el
Atlántico y venirnos a estas hermosas tierras.

Yusi rumbo a México

Yusi rumbo a  México

Recuerdo aún aquellas doce horas metida en aquel avión sin poder moverme mas 
        que un poco.
Sentía bajo mi cuerpo vibrar el suelo, y llegué a pensar ¡qué de un momento
a otro nos ibamos a las profundidades del océano Atlántico!.

Fue un viaje inolvidable, largo,  cansado, mi estómago me pedía de comer, mi
boca estaba seca de no poder beber agua.
Aunque iban las azafatas ofreciendome, Juan carlos no dejaba que me diesen
nada, ¡menuda obstinación!,  ¿a caso tendría miedo de que me pudiera hacer
del baño en el avión?
Así que me pasé todo el viaje dormitando, de vez en cuando abría los ojos
para inspeccionar el ambiente.

Cuál fue mi sorpresa cuando mas o menos llevaríamos la mitad del viaje, Juan
carlos me llamó,y ante mis ojos ví unas galletas de premio, pensé ¡estaré
soñando por efecto del hambre!
Eran tan reales como el aire que respiro,ahí estaban ellas en la mano
esperandome para que me las comiese.
Me fui comiendo de una en una, como mucho seis galletas,no eran muchas,pero
calmaron un poco mi estómago hambriento y furioso.

La gente cuando pasaba junto a mí me saludaban, acariciaban y me echaban una
sonrisa, la tripulación del vuelo eran todos encantadoress, pendientes de mi
y de mi amo en todo momento.
Fueron pasando las horas, aunque a mi me parecían una eternidad, me
preguntaba ¿cuándo llegaría a mi nuevo destino?.

De repente noté como el avión iba descendiendo poco a poco, mi corazón se
puso cardiaco,sentí una presión enorme en mis oidos, el miedo me hizo un
nudo en el estómago y de repente noté bajo mis patas el roce de las ruedas
contra la superficie del asfalto.
Pude ver por la ventanilla que habíamos tomado tierra, y suspiré al ver qué
¡por fin habíamos llegado!

Yusi en las calles de México

Yusi en las calles de México

Días después,  al despertar y mirar a mi alrededor,no sabía donde me
encontraba, me pregunté:  ¿estaré en Madrid, en Vitoria?, hasta que mis ojos
se encontraron con esa  chahparrita de nombre ridículo, llamada Fernanda,
hasta entonces me di cuenta que despertaba en México.

Horas después estaba subiendo a un micro, abarrotado de gente,sentada,
parada, cogidas a un tubo suspendido en el techo del mismo.
Con mi tamaño, llegué a pensar ¿dónde me colocaré yo? la suerte estuvo de
nuestro lado, unas personas se pararon y cedieron el sitio para nosotros.
Fernanda, como es pequeña, se colocó debajo de los asientos, yo me senté
pegando a mi amo,pues la verdad no quería perderme ese paseo, ¡qué menudo
viaje!.

De repente arrancó, aquello se puso en marcha y cogió una velocidad ¡que
asustaba a propios y extraños!, al paso por los topes daba unos botes de
miedo, unos frenazos que si no fuera por que mi amo me llevaba bien
agarrada, ¡me veía de copiloto!.
Confieso ahora que mi amo no me escucha, que pase mas acongojo que cuando mi
viaje en el avión sobre el Atlántico y con esas turbulencias que lo hacían
bailar de un lado al otro.

Cuarenta minutos después  de ese viaje de terror, llegamos a Metro c.u, bajé
corriendo las escalerillas y puse patas en tierra, tanto es así que hasta me
di el gusto de dar un suspiro y exclamar ¡qué felicidad!.
Con la orden oportuna de avanzar,  empecé a moverme, y al mirar al frente
abrí los ojos como platos,lo que ví no me lo podía imaginar, era gente y más
gente, no divisaba el horizonte, miré al suelo y me quedé nuevamente
extrañada, una acera estrecha y desigual,en ese momento me acordé de las
aceras de mi país,amplias, y bien adaptadas para las personas
condiscapacidad en general y ciegos en particular.

Poco tiempo después me volví a sorprender más, puestos y mas puestos, a un
lado y otro de la acera, olores que me desconcertaban, y a mirar nuevamente
hacia el suelo, ¡basura!, envoltorios con olor a comida, yo intentaba bajar
mi cabeza para recogerlos pero ahí estaba él para corregirme y devolverme a
mi lugar.
Íbamos recorriendo aquel río de viandantes llendo y viniendo,  los puestos a
nuestro alrededor,la música a todo volumen y un sin fin de obstáculos por
doquier.

Llegue a unas escaleras que suponían iban al metro, lo extraño es que no
bajaban como yo recordaba de Madrid, si no que iban hacia un puente,pero
bueno allí que empecé a subirlas, al llegar arriba del todo giramos a la
izquierda,fui en busca de lostorniquetes, los pasé y descendí a los andenes
del tren.
Aquello para mi asombro seguía igual de abarrotado, subían, bajaban,
pasillos atestados.

Llego el tren, a Juan Carlos no le dio tiempo ni decirme busca puerta,
cuando nos dimos cuenta estabamos dentro del mismo empujados por lacantidad
tan grande de viajeros. Se empezó a mover y sentí bajo mispatas el roce de
las ruedas contra los raíles, y al igual que en  el micro, iba sentada
viendo todo a mi alrededor, no quería perderme nada de aquel nuevo viaje.

Mi cabeza bien alta, viendo a través de las ventanas el paisaje, parques y
edificios que ibamos dejando atrás a un lado y otro del tren.
De pronto para mi asombro entramos en un túnel y todo se volvió oscuro ante
mis narices. Solo llegaba a  ver unas luces que supongo iban a nivel de los
railes,el tren se movía de un lado a otro, ¡y cada vez cogía mas y mas
velocidad!

Nosotros seguíamos allí, mientras los viajeros subían y bajaban del mismo,
Fern, acostada a los pies de ella, y yo bien agarrada por él para no irme al
otro lado del tren.
Por instantes, vinieron a mi mente, lo que había vivido en esta mi corta
vida;
Me acordé de Paloma y maría del Carmen, mis cuidadoras en Madrid, dos
hermanas que durante un año me cuidaron muy bien en su casa, y me tuvieron a
todo capricho, así como también, recordé Los nueve meses que permanecí en la
escuela junto a mis compañeros y compañeras que seríamos futuros perros
guía, ¡y como olvidarme   de mi instructor Richi!
Transcurrían los instantes  y yo seguía con mis recuerdos.. los cuatro meses
por mi  otra ciudad, Vitoria, junto a Juan Carlos,que me tuvo a cuerpo de
reina y  que  aúnno termino de conocer, pero que es un gran tipo, aunque
algunos no lo crean..
Estaba hyo en esto cuando de repente aquello dio un frenazo y me volvió a la
realidad, me acordé de que estaba en México!.

Me dijo busca puerta, y ahí me puse yo presta y dispuesta para salir del
tren.
Me acerqué a la pared para evitar el peligro de caer a las vías, recorrí el
andén hasta dar con el pasillo que me había indicado previamente Juan
Carlos.
Estabamos en la estación de Hidalgo, donde íbamos hacer el transbordo para
el Zócalo capitalino.

Despues de caminar durante 10 minutos mas o menos por aquellos pasillos
larguísimos, atestados de usuarios, vendedores con sus puestos y ruido a no
poder mas llegamos al andén para coger el otro tren que nos habría de llevar
hasta nuestro destino final.
Nos tocó esperar un ratito, yo como siempre estaba mirando a un lado y otro,
olfateando todo, ¡hasta lo que no debía!.
Era un mundo lleno de olores, de sonidos extraños y todo cuanto no os podéis
imaginar para mí.

Llego el tren, recibí la orden de busca puerta, aunque había muchísimo
viajero, no hubo el empujón aquel que nos colocó a los dos de un salto en
MetroC.u.
Me acomodé lo mejor que pude entre tanta gente, ahora era yo qien me sentía
enana ¡perdida entre tantas piernas!.
No me movía por si acaso uno de esos cientos de pies estrujaba mis manos o
mis patitas,me arrimé lo máximo que pude a mi amo para que me diera
protección, y sentí su mano en mi cabeza, aquello me alibiaba.

Empezó a moverse en dirección a nuestro objetivo,a medida que avanzaba cogía
más y más velocidad y aquello a mi me empezaba a inquietar.
Al poco tiempo, mi cuerpo se iba para un lado, ¡que menuda curva!, me fui
patinando hasta quedarme no se como entre las piernas de mi amo.
Como era de esperar de pronto dio un frenazo, y las miles de piernas iban y
venían, parecía que estabamos en un parque de  atracciones!.

A Juan Carlos no le dio tiempo a darme la orden de Yusi busca puerta, y salí
de allí volando, necesitaba respirar aire  y no   sentir tanta presión,ya
que era una  enana entre aquellos gigantes en ese momento.
Me dirigí en búsqueda de la salida del metro, como en todos, igual, pasillos
largos y atestados de usuarios que iban y venían en todas direcciones.
Pendiente de todo, pero al mismo tiempo pendiente de él, librando personas,
obstáculos, y avisandole de los torniquetes.

De ahí me fui en búsqueda de las escaleras que estaban ante mí, ¡qué
ilusión,ver el mundo exterior!
Llegue hasta ellas, le marrqué la primera y al unísono nos pusimos a
subirlas,escuchaba el grito de los vendedores gritando sus productos:
"vendo cola, cola a 5 pesos".
Se nos cruzaban por lo que yo tenía que ir librando todo y evitar que mi amo
se diera de bruces con ellos o se fuera al suelo.

Aquello me tenía aún mas perpleja, y cuando hubimos subido del todo me quedé
maravillada.
Ante mis ojos se abría una plaza inmensa, con su plancha, aquello parecía no
tener ni principio, ni fin, edificios coloniales, la catedral metropolitana,
y vuelta a ver puestos y mas puestos alrededor de la boca del metro.

Me empecé a mover entre las multitudes, librando mesas, desniveles en el
suelo, ymarcando las zonas donde la acera estaba cortada.
Después de salir de aquel jaleo, ví una acera amplia, ¡qué ilusión!,mi
corazón se revolucionó y mispatitas por efecto de lo que estaba viendo
empezaron a correr y correr.
Pero claro ahí estaba él, para darme un jalón y bajar la velocidad.

Buscamos un cruce,¡ menúdo cruce!,tenía un semáforo, pero aquel no sonaba
nada, y me pregunté ¡cuándo cruzaremos aquí?, este no suena como los de mi
país.
La suerte se volvió a poner de nuestro lado, se acercó la mujer policía, y
nos ayudó a pasar, iba a nuestra par y con una señal   el tráfico seguía
parado  y cuando estabamos sobre la acera al otro lado la circulación se
puso en marcha, ¡pero menuda marcha!.
¡Parecían que estaban en el rally de Montecarlo!.

Recorrimos la plancha del Zócalo bajo un sol de justicia, a Fernanda y a mi
se nos empezaba a quemar las patitas por el calor que desprendía el suelo.
A ellos el calor también les hacía su efecto, así que retrocedimos en busca
del mismo cruce, pero nos despistamos y terminamos no sé bien donde.

Gracias a un chico nos ubicamos en el cruce y nos ayudó a pasar al otro lado
donde daba la sombra, pero que la verdad yo no notaba mucho, mis patitas
iban ardiendo, mi pelo parecía que iba a empezar a arder, y a pesar de no
sentir el sol encima nuestra, el calor seguía siendo igual de asfixiante.

Nos dirigimos a la izquierda y una señora nos ayudó a buscar un restaurante,
estuvimos un buen rato andando hasta dar con él.
Todos contentos, pero en especial yo, pues ibamos a tener un rato de sombra,
frescura al estar acostada en el suelo.

Pero nuestro gozo se quedó en un pozo, el señor nos prohibió la entrada, les
dijo perros no, por mucho que ellos insistieron que éramos perros guía, el
señor seguía obstinado enprohibirnos la entrada.

¡aayy!, aayy!, cuánto eché de menos, en ese momento, la ley de mi país para
que a este tipo le cantaran las cuarenta.
Seguramente, se le quitarían las ganas de prohibir mas el acceso a los
perros guía.

Pero claro la realidad es que estoy en México y la ley no existe como la que
hay en nuestro país, dura y rígida, ¡que  ni el mismo Dios se libra de
ella!.

Así que nada, retrocedimos sobre nuestros pasos y en busca de un sitio donde
nos dejaran pasar, a la pareja de mi amo se le ocurrió la idea de ir al
Sambors de los azulejos, y  ahcia allí nos dirigimos.
Como no sabíamos a cuanto estaba, decidimos en tomar un taxi, y vuelta a
repetirse la historia;
-No, sueltan pelos, no subo a perros, o ni paraban!.
Menudo panorama que se nos presentaba, ¡menuda manada de burros insensibles!
Y otra vez en mi mente:
"Pinches taxistas", si estuvieráis en mi país, seguro que nos montabais por
que sí, si no os quedabaís sin licencia,¡ con una buena multa y hasta sin
ganas de ser tan burros!.
¡Os ibaís a enterar!
Por fin un taxista se dignó a parar y nos subió, ¡qué alibio!, mis patitas
ya no se quemaban aunque seguía sintiendo el sol caer a plomo sobre la
ciudad.

Nos acercó hasta el Sambors de los azulejos.
Bajamos y localizamos la puerta del restaurante, y yo me pregunté: ¿ ¿qué
pasará ahora?
Para mi sorpresa nos dejaron pasar sin problema alguno, ¡qué bueno!.
Ahora sí me sentía aliviada, estaba todo fresquito, me acuerdo que había una
fuente y a Fernanhda y a mí, nos entraron unas ganas locas de tirarnos de
cabeza a la misma.

Llegó una mesera, y la seguí hasta la mesa donde se sentaron a comer, yo me
caí de golpe en el suelo, y menudo estruendo que dio, mis huesos sonaron
pero no me importó, era feliz por que estaba fresquita y sentía las gotas
que me llegaban de la corriente de la fuente.
Nos dieron agua de beber, en ese momento era el mejor manjar que me estaban
dando.

Despues de un buen rato, nos recuperamos y vuelta a la calle,el sol ya se
estaba aplacando, calentaba, pero  ya no se le veía mas que a ratos entre
los edificios.
Estuvimos esperando un rato para ver la alzada de bandera, pero allí no se
presentó nadie, por lo que nos retiramos a casa.

Hicimos todo el recorrido en el metro ahora a la inversa, todo seguía igual,
atestado de gente que iba y venía, de puestos a un lado y otro y al llegar a
Metro c.u abordamos un taxi, eso sí, yo me puse a temblar, me pregunté: ¿qué
suerte tendremos ahora?.
Otra vez estuvo de nuestro lado, el taxista nos subió sin reparo alguno y en
unos 20 a 30 minutos estabamos subiendo las escaleras de casa.
Una vez Juan Carlos me hubo quitado el arnés, me dio mi ración de comida, y
me fui acostar un ratito pues estaba agotada de este día tan intenso.

Antes de dormirme reflexioné:
Soy un perro guía, me prepararon para ayudar, presto mis ojos a Juan Carlos,
pero ¡cojones!,
¡México es un asesinato, acaba con todo perro guía en un momento!¡
Qué ciudad tan mounstro,! ¡qué ciudad mas inaccesible para los ciegos
totales!, recorrer las calles de México es agotador, es tener los cinco
sentidos al cuidado de Juan Carlos para que algún día ambos regresemos sanos
y salvos a España.


Yusi
"No es una perra cualquiera, ¡es la mejor perra del mundo!
Por Antonio Pascuala